12.3.09

BACANAL EN EL TEATRO REAL

Hace unos meses el director de escena Ian Judge visitó el Teatro Real para hacer un «casting» de desnudos. El asunto no era baladí. Debía elegir a los figurantes para la escena de la bacanal de Venus en la ópera «Tanhäuser», de Wagner. El resultado de esa selección se verá el viernes -algunos lo pudieron ver el lunes, durante el ensayo general-, día que subirá al escenario del coliseo madrileño la producción que llega procedente de Los Ángeles, firmada por el director británico, que estará dirigida desde el foso por Jesús López Cobos, y que cuenta con algunas de las mejores voces wagnerianas del mundo -Peter Seiffert, Robert Gambill-.
A pesar de haber sido ya estrenado el montaje en California, en 2007, el director de escena se ha mantenido estos días hermético sobre la producción, hasta el punto de no querer conceder entrevistas y no hacer declaraciones a la prensa. Ayer, durante la presentación a los medios de comunicación, Judge tan sólo regaló algunas pinceladas de una producción que ya viene precedida por la polémica, y que incluso uno de sus protagonistas, el tenor alemán Peter Seiffert, que interpreta a Tannhäuser, no titubeó en calificar, en una entrevista en ABCD de las Artes y las Letras, de «pornográfica».
Seiffert, que aseguró no asustarse por compartir el escenario con «dos, tres o cuatro mujeres desnudas», sí se mostró sorprendido de que países tan «piadosos» con Estados Unidos, España e Italia presenten esta producción, «y que su público no tenga ningún problema en ver sobre el escenario tanta pornografía, y no me refiero al púbilco joven, sino al más mayor», matizó.
Wagner, al rojo vivo
Judge reconoció ayer que cada obra de Wagner es un «reto». «En este caso por las exigencias del público, no sólo en los aspectos erótico y exótico, sino también por la parte dramática, ya que hay cambios de escena que se deben realizar en muy poco tiempo». «El problema de «Tannhäuser» -añadió- es la confrotación entre la parte erótica y la pureza». El protagonista se debate entre el mundo lujurioso de Venus, lleno de excesos, frente al amor puro que representa Elisabeth, y al que finalmente termina regresando Tannhäuser.
Para subrayar ambas partes, Judge apuesta por potenciar la parte erótica, «porque así también se refuerza la parte de la pureza o la espiritual». También lo ha hecho recurriendo al color -«que es el que mantiene la atención del espectador-, tiñendo el escenario en tres tonos: el rojo, que representa la luiuria, «hemos tenido 20 años de color gris, que no dice nada», bromeó; el blanco y el negro, «que le dan más elegancia a la parte social»; y el verde, «que representa la esperanza y una nueva vida».
En cuanto al marco temporal del montaje, el director inglés reconoció que su manera de acercarse a un título de ópera es transversal: desde el periodo al que se refiere el libreto -en este caso el medieval-, pasando por la época en la que fue escrita -hacia 1850-, hasta la actualidad. «Paso por los tres y trato de buscar un equilibrio. Es importante que lo que se está viendo sea lo mismo que lo que se está escuchando».
Tanto Peter Seiffert como su esposa, Petra Maria Schnitzer (ambos ya cantaron en el Real, en «Lohengrin»), subrayaron la atmósfera y la energía positiva que había sobre el escenario del teatro. El tenor alemán, que ha cantado todos los grandes personajes wagnerianos, excepto Sigfrido, está considerado uno de los mejores Tannhäuser del mundo. Un personaje que se debate entre «la fantasía masculina y una vida moral, y que comete un error por el que tiene que pagar». Schnitzer, por su parte, reconoció la dificultad de su papel como Elisabeth, «que tiene arias pequeñas y canta poco, por lo que resulta complicado mostrar el desarrollo del personaje».

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