25.4.09

Cien años de Demetrio Aguilera Malta

Demetrio Aguilera Malta, miembro del “Grupo de Guayaquil”, convirtió al cholo y su entorno en personaje central de sus novelas. Nació el 24 de mayo de 1909, en el popular barrio del Astillero, en la casa donde moriría, muchos después, Joaquín Gallegos Lara. Su infancia transcurrió entre islas y pesca, entre amorfinos y cuentos de aparecidos; especialmente en la isla de San Ignacio, cerca de Guayaquil, y de la que su padre era propietario. Aguilera se bautiza profesionalmente en 1930 como coautor de Los que se van. En 1933 la editorial madrileña Cenit inaugura su colección “Panorama literario del libro español e hispanoamericano” con “Don Goyo”. Tres años después se traslada a Madrid, donde lo encuentra el estallido de la Guerra Civil. Fue corresponsal de guerra para diarios y revistas. Como resultado de esta experiencia, Aguilera escribió “Madrid, reportaje novelado de una retaguardia heroica”, primer libro escrito por un extranjero sobre la Guerra Civil. Hombre de letras y de negocios, ejerció el periodismo, la cátedra, la diplomacia. Escribió novelas, cuentos, teatro, reportajes novelados. Aguilera fue también un viajero incansable que, finalmente, adoptó a México como su segunda patria.

Volvamos al punto de su arranque literario como novelista.


En “Don Goyo”, una de las grandes novelas de la década del ‘30, Aguilera aúna espacio y personajes: ríos, esteros, manglares acogen a pescadores y mangleros desde una visión que incorpora el mito, las leyendas. A este mundo, la destrucción y el mal llegan desde el otro lado: lo traen los blancos de la ciudad. Lo que hace la hace una gran novela es el esfuerzo por narrar esa tensión desde la perspectiva de la comunidad nativa: la imaginación mítica convierte a los mangles en verdaderos interlocutores del personaje central.

A la literatura de la Generación del ‘30, del siglo XX, se la ha acusado, injustamente, de preferir el manifiesto y el cartel sin profundizar en la subjetividad de los personajes. No se ha querido ver cuánto hay de fundacional en ella, y no solamente porque descubre para la literatura un paisaje y una colectividad sino que cimienta un nuevo de escribir. De hecho, algunos críticos han encontrado, por ejemplo, en “Don Goyo”, las raíces del realismo mágico. Esta novela sondea las pulsiones mágicas y animistas de una colectividad, recupera su oralidad; se detiene en los saberes y sabores que paladean sus personajes: el café y el bolón de verde, las destrezas del machete, la cura con agua de guineo. La pulsión erótica atraviesa todo el texto, desde los mangles que se tiran a las islas, hasta la iniciación erótica de los animales jóvenes y de los protagonistas La novela no se cierra, se suspende con el suicidio del protagonista. Con su muerte, la historia regresa infinitamente a su comienzo siempre inacabado: el avance devastador del hombre blanco, la lucha de la comunidad y los resquicios para el encuentro erótico.

La temática terrígena de Aguilera Malta nutre parte de su obra posterior: La isla virgen, Siete lunas y siete serpientes, Jaguar. Benjamín Carrión lo retrató como “judío errante con libreta de direcciones”, el poeta lírico del grupo, el más tropical también.

“Hombre de letras y de negocios; escribió novelas, cuentos, teatro y reportajes novelados...”

No hay comentarios: