29.5.09

Zapata y Guillén, lesbianas cachondas en obra de teatro

En “Espina y Flor” Maya Zapata y Francesca Guillén actúan como dos personas que viven el amor sin temor a los estereotipos

Aunque las actrices Maya Zapata (1981) y Francesca Guillén (1977) no se atrevieron a darse un beso con humedades y todo para la portada de KIOSKO, se acercaron lo suficiente intentando demostrar que eso de “lesbianas cachondas y sensuales” es un papel que les va de maravillas cuando están a punto de estrenar la obra de teatro Espina y flor.

Como Madonna y Britney Spears en MTV, como las veteranas Rebeca Jones y Jacqueline Andere en la recientemente estrenada Entre mujeres, las jóvenes actrices mexicanas sellarán con sus labios el amor erótico entre Alexa y Lirio, una pareja que en la obra escrita por Raúl Zermeño vive el amor sin temor a los estereotipos. “Somos una pareja lesbiana absolutamente amorosa, sensual, erótica, cachonda”, recita Guillén quien parece enlistar todos adjetivos del diccionario sin encontrar uno que abarque a los personajes.

Maya Zapata no duda. Va sobre el libro de Simon de Beauvoire. Lo abre.

Lee las dos líneas subrayadas en La mujer rota. Se ríe a carcajadas. Lo vuelve a leer. Ríe más fuerte. No se detiene. Se ríe, dice, porque es verdad: “En la mayoría de los hombres dormita un adolescente nada seguro de sí mismo”, según escribe Beauvoire.

Con pretexto del próximo estreno de la obra Espina y flor, Zapata y Francesca Guillén abrieron algunos libros que hablan, igual que la obra, sobre el amor y la sensualidad sin bordes. Dato importante: sus personajes

La carne es sustancial en Espina y flor —que se estrenará el 10 de junio en el Teatro Helénico.

Además de Alexa y Lirio, el cuadro se completa con otras dos parejas reunidas para jugar una especie de gallinita ciega sensual: intentan reconocer a sus respectivas parejas con los ojos vendados y a través del tacto.

“Punzocortante”. Así define Francesa Guillén a Espina y flor, cuyas funciones serán los miércoles. “Descorazonada”, matiza Maya Zapata. En todo caso, la anécdota de este texto “ríspido” lleva la semilla del dolor: “El amor —dice Maya— es un sentimiento revolucionario y, como toda revolución, es dolorosa; así pasa en una sociedad y también en un cuerpo”.

Pero no sólo el dolor sino incluso la muerte, según El amor en los tiempos del cólera. Francesca Guillén lee en la novela de Gabriel García Márquez: “Habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte”.

La cita coincide en más de un sentido con lo planteado en la obra. Francesca lo explica: “Cuando el amor se vuelve tan profundo llega a matar al otro porque da por hecho que se conocen y la continuidad del día a día los lleva a la muerte. La primera vez que leí Espina y flor me dejó triste y con la sensación de que todo estaba perdido”, dice la actriz.

Este sentimiento proviene, opina Zapata, de una pregunta fundamental que se repite a lo largo del texto: ¿La pareja todavía funciona tal y como está concebida en la actualidad?

No se trata, ni siquiera, de una cuestión de sexos o diversidad. En la obra, ellas interpretan a una pareja lesbiana supuestamente feliz que de pronto se tropieza con sus propios errores.

“Hay una incompatibilidad que no nace de la diferencia de sexos sino de una enfermedad que flota en el aire, que no es la influenza ni se previene con tapabocas. Es una enfermedad provocada por el caos de esta sociedad estresante y demandante en la que todos buscamos una pareja para que sea nuestro doctor y nos cure”, analiza Zapata.

Quizá por eso mismo, ella se rió tanto con las líneas de Simon de Beauvoire:

“Es que los hombres no se han permitido crecer y llegan a una falsa vejez.

“Todo el tiempo están tratando de recuperar a su madre, quieren que sus parejas sean la madre de su infancia.”

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